13-10-2016

Mamá India en Olfa Mag

 

MAMÁ INDIA – SOLEDAD URQUÍA – TENEMOS LAS MÁQUINAS, 2016

 

Por Luciana Cáncer

Mamá India es la primera novela de Soledad Urquia. Es un relato íntimo en primera persona que, por momentos, parece impulsado por la necesidad de registrar las experiencias de un viaje.

La protagonista también es Soledad, una jovencísima y prometedora Ingeniera Química que hizo la carrera de un tirón, tal como se esperaba de ella. Trabajó un tiempo y se puso de novia con un compañero de trabajo que estaba obsesionado con India, con el Maestro y con la Montaña, palabras con M y en mayúscula que lo hacían soñar y divagar con un viaje hacia ahí. Pero nunca llegan a hacer ese viaje juntos.

Después de la ruptura, Soledad decide dejar la vida tal como la conocía: la rutina de trabajo, las habitaciones limpias, los amigos, la familia, las promesas. La mueve una necesidad: dejar de sufrir y, en definitiva, encontrar sentido a todo esto que, tan ligeramente, llamamos vivir. Entonces pasa un año en la India. La mayor parte del tiempo vive en un pueblo dominado por la gran Montaña de la que hablaba su ex novio. La poderosa y magnética Montaña envuelve a Soledad. Naturaliza la meditación durante horas, las habitaciones precarias, el silencio, las picaduras de mosquitos, los viajes eternos en trenes atestados, los pies descalzos, “el olor constante a especias, incienso y superpoblación”, la familiaridad con personas extrañas.

En el pueblo conoce a muchas personas, de algunas se hace amiga. A través de su mirada aprendemos a conocer a estos personajes, aprendemos a encariñarnos con ellos. Pero hay de todo, dice con humor: “También hay muchos europeos con delirios místicos, yanquis siguiendo la última tendencia new age, gurúes que se levantan a todas sus discípulas más o menos lindas, personas que confunden la crisis de los cuarenta con un despertar espiritual y hombres y mujeres con trastornos psicológicos graves: depresión, paranoia y esquizofrenia”.

Mamá India tiene, para mí, un momento perfecto. Cuando Soledad lleva nueve meses de viaje, su madre llega para pasar unos días con ella. El contraste se impone. El traje sastre y los tacos altos de la madre versus las babuchas desteñidas y las ojotas de la hija. El cuarto sin comodidades versus la pila de cajas de alfajores y conitos de dulce de leche. Los nueve meses gestacionales dentro de la panza materna versus los nueve meses transformadores en la India. Todo parece indicar que será un encuentro difícil, sin embargo el encuentro se produce: “Me di cuenta del esfuerzo que estaba haciendo por entender mi realidad, por tratar de reencontrarse conmigo. El instinto maternal, presentado casi como una obligación al amor, me pareció un mito que quitaba mérito a la decisión voluntaria de esa mujer de quererme para siempre.”

Mamá India no se queda en la forma del diario de viaje. Es mucho más que eso. La pregunta de Mamá India es, finalmente, para qué vivimos: cómo debemos vivir para sufrir lo menos posible, cómo podemos evitar “el apego a la materialidad y a las personas queridas, las tendencias egoístas e infantiles, el enojo”, cómo convivir con uno mismo y sobrellevar la soledad. En este libro íntimo, despojado de pretensiones, la autora se responde a sí misma y nos da una pista generosa y honesta a todos nosotros, los lectores.