15/09/2016 17:01 literatura
A PARTIR DE SU EXPERIENCIA EN LA INDIA, LA AUTORA CORDOBESA CONFIGURA "MAMÁ INDIA", SU PRIMERA NOVELA ESCRITA, A MODO DE CRÓNICA VIAJERA.
Por Juan Rapacioli
A partir de su experiencia en la India, Soledad Urquia configura "Mamá India", una primera novela que, a modo de crónica viajera, aborda la necesidad del desapego, la exploración espiritual en otra cultura y la búsqueda del sentido existencial a través de un relato sin pretensiones que pone de relieve el valor de tomar distancia para volver a uno mismo.
Publicada por la editorial Tenemos Las Máquinas, la novela avanza en primera persona por la vida de una joven que se aleja de una familia acomodada, un trabajo indeseado, una relación convencional y durante un año recorre la India profunda en busca de respuestas para sus inquietudes existenciales: el sentido del amor, la prisión del sufrimiento, el desapego de las costumbres occidentales.
Soledad Urquia (Córdoba, 1983) habló con Télam sobre el origen de su primer libro. "El fin de la meditación no es relajarse ni tener menos estrés, si bien uno está más relajado y se siente mejor si medita regularmente. Lo que quiero decir es que la gente que encara una búsqueda espiritual con seriedad no siempre la pasa bien porque salen a la luz muchas cosas oscuras. La novela intenta mostrar algo de esto".
- Télam: ¿Cuál fue el disparador para escribir esta novela?
- Urquia: Creo que lo que me llevó a escribir este libro fue un intento de organizar un poco mi experiencia en la India. Cuando finalmente me instalé en Buenos Aires estaba un poco desorientada, como le suele pasar a las personas que vuelven a su país después de vivir un tiempo afuera. Empecé un taller literario, al que llevaba los textos que después formarían parte del libro.
Estos textos no tenían un hilo conductor muy claro y quedaron archivados varios años. Hace un tiempo los retomé y, con la ayuda de algunas personas, me di cuenta de que en realidad formaban una novela.
- T: Da la impresión que la novela se nutre de elementos autobiográficos. ¿Cómo trabajaste con la realidad para escribir ficción?
- U: Es verdad que la novela tiene una carga autobiográfica fuerte y que la narradora es alguien a la que le pasan cosas parecidas a las que me pasaron a mí. Sin embargo, fue liberador pensar este libro como una novela: pude empezar a jugar un poco más, inventar cosas nuevas y dejar afuera otras que prefería no contar o que no sumaban a al texto. Fue importante entender que el libro no tenía que ser un registro de mi año en la India. Era necesario tener en claro que mi experiencia en la India no se reduce a lo que pude escribir sobre ella.
- T: A lo largo del libro el desapego se vuelve una necesidad para la protagonista que, sin embargo, no deja de observar lo que sucede alrededor desde una mirada racional, como si la carga occidental fuera inevitable...
- U: Estoy de acuerdo con que la carga occidental es inevitable. De hecho, a veces siento que a hay algo de la India que a los occidentales siempre nos va a resultar inaccesible porque nosotros funcionamos de otra manera. Además, creo que el acercamiento a un sistema espiritual que no es de nuestra cultura supone un riesgo: sin alguien que te guíe uno puede confundirse mucho. Por otro lado, ese extrañamiento frente a la realidad que se da cuando uno está en algún país de Oriente ayuda en este tipo de búsquedas porque dejan de manifiesto los condicionamientos, mandatos y preconceptos con los que nos manejamos. De todas maneras, creo que la carga occidental se nota más en la novela porque la escribí bastante tiempo después de haber vuelto del viaje. Esto hizo que tuviera cierta distancia con la India. Cuando escribí los primeros textos de libro ya estaba inmersa en el punto de vista occidental.
- T: En su búsqueda espiritual, la protagonista se cruza con muchos personajes desfasados que rozan el ridículo. ¿Considerás que la espiritualidad se vende como cualquier otra curiosidad turística?
- U: Creo que a veces la espiritualidad se vende como curiosidad turística, sobre todo a algunos occidentales que van a la India con el principio de consumo totalmente instalado. Era interesante ver cómo algunas personas llegaban en temporada alta y hacían una especia de maratón espiritual, recorriendo los ashrams y maestros de moda. Esto replica exactamente el modelo consumista occidental con un contenido un poco distinto. Igual yo tuve la suerte de encontrarme con muchos buscadores sinceros. Creo que este proceso es difícil y no tiene nada que ver con el mensaje "new age" que a veces se difunde. El fin de la meditación no es relajarse ni tener menos estrés, si bien uno está más relajado y se siente mejor si medita regularmente. Lo que quiero decir es que la gente que encara una búsqueda espiritual con seriedad no siempre la pasa bien porque salen a la luz muchas cosas oscuras. La novela intenta mostrar algo de esto.
- T: Hacia el final, la protagonista regresa al punto de partida: ¿de alguna manera todo vuelve a empezar?
- U: La protagonista vuelve al punto de partida, pero la idea del libro es mostrar un movimiento espiralado y no circular: ese punto de partida es el mismo y a la vez no, porque la narradora tiene una mirada distinta a la que tenía cuando se fue. Krishnamurti decía que podés recorrer el mundo entero pero siempre vas a tener que volver a vos mismo. Creo que el final del libro trata de reflejar un poco eso: que los viajes ayudan, enriquecen y suman un montón en una búsqueda espiritual pero el material con el que uno va a tener que trabajar está adentro. De eso uno no se puede escapar.