por László Erdélyi
Magalí Etchebarne (Buenos Aires, 1983) estudió Letras en la UBA y publicó Los mejores días (2017, cuentos). En este poemario, Cómo cocinar un lobo, la autora conjura el dolor de la pérdida de sus padres, las cosas que llevaban y los espacios vacíos que dejaron. Lo que antes no era importante, en el duelo cobra relevancia, pues como dice Marina Mariasch en la contratapa, “así se cocina la vida, así se tramitan los legados y los silencios: a fuego lento, cocinando al lobo de los fantasmas”. Van algunas piezas:
Durante mucho tiempo mi madre fue blanda, tibia,
una destreza sofisticada para la distancia
y el amor incondicional,
ese amor que es ancho,
inmenso como los ríos
que las ciudades alimentan:
se abandonan a veces,
se contaminan siempre,
pero se veneran.
-o-
Ayer la paseé por la casa,
dice que no se acuerda cómo es, que no sabe
dónde está. “Había un árbol
en el jardín, había pájaros
y un hombre
que era mío. Yo tenía dos hijas,
una eras vos.”
-o-
Cuando él murió
las palabras se ordenaron detrás como un cortejo.
Cuando ella murió, volví al limbo
sin lenguaje.
Entonces pensé que mi padre era la escritura
y mi madre, el tema.
-o-
Siempre parece el mismo
otoño, pero no. Mis padres envejecen: se alejan
a mil kilómetros por hora
hacia el continente no sé, no me acuerdo... ¿qué?
Dicen que este otoño es menos frío,
más frío, menos frío, más frío que el anterior.
Que no habrá nunca un invierno como el de su infancia.
CÓMO COCINAR UN LOBO, de Magalí Etchebarne. Tenemos las máquinas, 2023. Buenos Aires, 73 págs.