Vivian Murcia G. / El PortalVoz
@vivimur83 / @elportalvoz
En común tienen el amor, la soledad, los momentos de decisión y las inevitables consecuencias, la madurez, los desafíos, la familia, el trabajo... son mujeres que no esconden sus emociones. No les da miedo sentir, qué más da, si para eso están vivas. Esas mujeres son el eje de la escritura de Magalí Etchebarne(Buenos Aires, 1983) quien ha publicado su primer libro Los mejores días (Tenemos Las Máquinas).
No es la primera vez que Etchebarne se adentra en el cuento para explorar la mirada femenina. Sus textos han hecho parte de antologías como Historia de mujeres infieles, El amor y otros cuentos, entre otras. Trabaja como editora para el grupo Penguin Random House, una máquina de hacer libros, por eso, el hecho de que publique con una editorial modesta (Tenemos Las Máquinas), en una edición cuidada, es un valor agregado a esa mirada melancólica, pero siempre enérgica y vital que envuelve a sus personajes: las mujeres.
Es su primer libro, aunque ya había publicado cuentos en varias antologías. Usted es, además, editora en un sello editorial muy conocido, ¿es realmente difícil que un escritor novel publique hoy y, además, sobre cuentos?
En mi experiencia la dificultad más grande estaba en mí. Lo que me resultó más complicado fue decidirme a publicar. A algunos de los cuentos los tenía guardados en mi computadora desde hacía años y a otros les di vueltas durante muchísimo tiempo. Suelo escribir algo y luego quedarme rumiándolo por días, meses o -lamentablemente- hasta por años. Lo que más me costó fue darle un corte, dejar de preguntarme «¿para qué un libro?» y entregarlo. Una vez que te decidís, la publicación llega, sea una novela o un libro de cuentos y, así, se publique por la editorial más pequeña va a encontrar a sus lectores.
En el libro Los mejores días los personajes son mujeres que atraviesan edades en las que las situaciones se convierten en decisiones. ¿Por qué esos personajes femeninos invaden su universo?
En los cuentos hay mujeres, pero también hay muchos hombres. De hecho, en la mayoría de los casos son mujeres que los están mirando obsesivamente, ya sean su padre, un primo, o la pareja. No creo que a los hombres se les pregunte con tanta insistencia por qué incluyen personajes masculinos en su obra, o por qué escriben desde su punto de vista. Sin embargo, a las mujeres que escribimos se nos pregunta mucho por qué. Yo diría que las mujeres son mi universo, no que lo invaden.
Y las situaciones de tener que elegir ¿vienen por algún sentimiento propio de sentirse en una edad a la que se le pueda llamar madurez?
Hay un cuento en particular en el cual el momento de la decisión está bien marcado; un ex amante aparece y le propone a la chica irse con él. Y hay una historia similar en mi familia que escuché muchas veces, en versiones distintas según quien la cuente. Una bisabuela abandonó a todos. Dejó a sus hijas jugando en la casa y se subió literalmente al caballo de su amante y se fue. Claro que la fueron a buscar y la trajeron a la fuerza. Debe haber sido un trastorno para su época, y lo sé porque la anécdota quedó lejos en el tiempo, pero tiñó a todas las mujeres que vinieron después. Todas llegaron a la puerta de la posibilidad de dejar todo, tuvieron que elegir. Después queda pensar qué hubiera pasado si, qué sería de mi vida hoy si hubiera elegido lo contrario. Esos reproches, o a veces ese arrepentimiento, son espinas con las que aprendés a convivir.
«La literatura femenina es una categoría artificiosa como tantas otras, pero es una categoría que no está mal abrazar»
Hay pasión, locura, equivocaciones en la elección de hombres en estas mujeres de sus cuentos. ¿Son referencias de personas que ha conocido o de dónde toma el universo que compone a cada mujer?
Me crié en una familia de pocos niños. Sólo éramos mi primo y yo y un motón de viejos. Así que me la pasé, y me la paso, escuchando historias de otros. Me gusta escucharlas y creo que saco cosas de ahí y de lo que me gustaría o fantaseo.
En una entrevista, usted señalaba que le obsesionaba el pasado: «Todo sigue, pero algo se ganó o se perdió para toda la vida». ¿Hay melancolía en su escritura o, tal vez, algo de reproche por haber dejado pasar una oportunidad?
No me doy cuenta de que hay melancolía hasta que los otros me lo dicen, pero creo que es mi manera de mirar. El reproche también está en el hecho de que, cuando las cosas están pasando, tenemos la cabeza en otro lado y después ya es tarde.
Siendo escritora mujer y, además, editora, sabrá que hay varios autores hombres que les gusta escribir con una voz femenina. ¿Usted considera que se puede ser hombre y escribir con precisión desde un personaje femenino?
Pueden escribir como mujeres, no sé si con precisión. Ser mujer es una experiencia. Es como decir escribo como si fuera una reina, como si fuera un ciego, como si fuera un niño. Tal vez me aproximo a algo muy verosímil, pero la verdad tiene un matiz único. Aunque también vivo la escritura como un juego, una actuación. Es como un encantamiento solitario y por suerte lleno de libertad. Se puede ser quien no se es, hablar como otro. Después viene que sea más o menos creíble, hacerlo mejor o peor y encontrar lectores.
¿Es necesario hacer más literatura sobre la mujer? y ¿por qué se tiende a malpensar que hablar de «literatura para o sobre mujeres» debe tener una carga sentimentaloide que a muchas nos molesta?
Como escribió Marina Mariasch, cuando un hombre habla de sentimientos, o de lo doméstico, tiene categoría de universal, cuando lo hacemos nosotras es una insignificancia personal, no es político. La literatura femenina es una categoría artificiosa como tantas otras, pero es una categoría que no está mal abrazar. Somos mujeres narrando la experiencia de ser mujer, hay cosas que nos pasan por el cuerpo que otros no podrían imaginar. A mí no me molesta para nada que se relacione a mis cuentos con historias de sentimientos, me parece bien y lo agradezco.
¿Es culpa de la industria editorial que la «literatura para o sobre mujeres» sea vista como sentimentalismo?
Es culpa del machismo que los sentimientos sean leídos como algo menor cuando los escribe una mujer. Y el machismo nos hace mal a todos.
¿Hay machismo en la literatura? ¿Cómo combatirlo?
¡Con Raid mata cucarachas!
Recomiéndonos algunos títulos que usted considere que son necesarios para acercarse a una buena lectura sobre el universo femenino.
Boquitas pintadas de Manuel Puig; La pasión según GH de Clarice Lispector; cualquier libro de cuentos de Alice Munro; Las primas de Aurora Venturini; Hospital de ranas de Lorrie Moore; Hidrografía doméstica de Gonzalo Castro; La mujer en la luna de Milena Agus; Bebé y otros cuentos de Paula Bomer, Una idea genial, Inés Acevedo, Estamos unidas, Marina Mariasch; Aún soltera de Dani Umpi;Una nihilista de Sofía Kovalevskaya.