En "Cat Power. La toma de la tierra" de Cecilia Palmeiro , un gato narra la historia de una joven que se va a estudiar a EEUU, disparando un itinerario que conjuga debates sobre feminismo, marxismo y una vida social intensa.
En "Cat Power. La toma de la tierra", Cecilia Palmeiro incursiona en el terreno de la ficción con una novela en la que un gato narra los días de La Madrina, una joven egresada de la carrera de Letras que en 2002 se va a estudiar a los Estados Unidos, disparando un itinerario que conjuga debates sobre feminismo, marxismo y una vida social intensa entre Nueva York, Buenos Aires, Londres y Río de Janeiro.
"Es una novela que quiere explorar relaciones no jerárquicas entre especies. Si pensamos en una sociedad sin clases, pensemos en una sociedad sin especies. No es que el humano es el dueño y el animal es la mascota", dice la autora de esta novela editada por el sello independiente porteño Tenemos las máquinas.
Palmeiro (Buenos Aires, 1975) es doctora en Literatura (Universidad de Princeton) y entre sus publicaciones se destaca la tesis doctoral "Desbunde y felicidad. De la Cartonera a Perlongher" y la complicación de la correspondencia del poeta, antropólogo, activista gay y contracultural Néstor Perlongher, que fue editada por Mansalva en 2016.
En diálogo con Télam, la investigadora, cronista, traductora y escritora afirmó que sus temas de investigación son "el feminismo queer, la literatura argentina, brasileña desde la perspectiva de la política del deseo".
Instalada en la Argentina desde 2011 con una beca posdoctoral, hoy trabaja en la universidad de Nueva York, en el programa de maestría de Estudios Literarios Latinoamericanos de la Universidad de Tres de Febrero y en el centro de investigación y estudios de políticas de género de esa universidad, y explica que está "tratando de encontrar formas para escribir sobre el Ni una menos buscando lenguajes políticos y poéticos".
-Télam: ¿Cómo apareció esta historia?
-Cecilia Palmeiro: Hay cosas que creo que solo vivo para contarlas. Empecé a escribir esta historia en 2015 y la escribí en tres veranos. Todo lo que me fue pasando en estos años aparece en la novela porque lo que quería es que no hubiese diferencia entre la escritura y la vida. La mayoría de las cosas pasaron, otras no. Hay una relación mágica entre la literatura y la vida, y los que escribimos sabemos que lo que escribís te pasa, por lo que hay que tener mucho cuidado con lo que uno escribe. Por ejemplo: escribí que me hacía millonaria y me dedicaba solo a militar para que me pase.
-T: El narrador es un gato. ¿Cómo construiste ese punto de vista?
-C.P.: Esta novela salió de la genialidad de mi gato. Es una novela que quiere explorar relaciones no jerárquicas entre especies. Si pensamos en una sociedad sin clases, pensemos en una sociedad sin especies. No es que el humano es el dueño y el animal es la mascota. Hay un antecedente, que es la novela "Soy un gato", de 1900, y es de un autor japonés. Es la historia de alguien que está todo el día encerrado y el gato le va leyendo la mente. Esta es la historia de mi gato Rorro, al que encontré en marzo de 2002 en la calle. Es un hijo de la crisis que me acompañó todos estos años, en los que quedé desempleada y empecé a viajar. Trabajaba en la editorial Norma, me quedé sin laburo, busqué una beca y me fui a estudiar a los Estados Unidos recién recibida de la carrera de Letras. Tengo un proceso mimético con él.
-T: ¿Cómo fue la llegada a los Estados Unidos? El gato dice que "vivir en este país es casi como estar preso".
-C.P.: Es un tema recurrente entre los inmigrantes latinos. Se habla de la jaula de oro en los Estados Unidos. La gente migra por cuestiones económicas pero después encuentra una sociedad con un disciplinamiento total y uno siente la falta de libertad. En mi caso pasé de un contexto de libertad en el que todo podía pasar a un contexto en el que todo está hecho para que nada pase. La búsqueda y la investigación académica como una forma de ganarse la vida me llevaron a aprender otras lenguas, a vivir en otros países. El primer viaje fue a Nueva York y era un trabajo etnográfico.
Allí hay una separación más fuerte entre la vida académica y la vida política.
La universidad es una elite absoluta. No viví una vida política sino una política de la vida, haciendo en mi vida todo lo contrario a lo que se hacia en la universidad. Iba con una bicicleta de 20 dólares cuando los alumnos llegaban con un Jaguar y se llamaban Rockefeller.
-T: En la novela hay varios escenarios: Nueva York, Buenos Aires y Río de Janeiro. ¿Cómo fue el salto a Brasil?
-C.P.: Fui una vez de vacaciones con un amigo y me enamoré del portugués y quise empezar a estudiar. Los viajes a Brasil eran con becas, iba a estudiar y volvía a los Estados Unidos. Buscaba qué estudiar de acuerdo a cómo quería vivir. Generalmente es al revés: la gente piensa qué quiere estudiar y después piensa la vida que ese campo de estudio le va a dar. Lo pensé de esta manera porque si no la academia mata la vida, porque es encierro. En los Estados Unidos es así porque la mayoría de las universidades están alejadas, aisladas. Princeton es así: tiene dos calles y la vida es de monasterio. Acá no es así pero debería haber más vínculo entre la producción de la vida académica y la vida política y social.
-T: ¿Cómo dialogan los dos lenguajes, el académico y el militante?
-C.P.: Siempre fueron juntos. Empecé estudiando Letras y ya el primer año fui a una charla con el área queer y descubrí un mundo feminista. Estudié con Silvia Delfino y hubo una continuidad entre ir a su seminario y después ir a la marcha, cortar la calle. Ya en el 2000 empecé a dar clases en un seminario de la carrera que era de protesta, no había división entre teóricos y prácticos, era muy experimental y salíamos a la calle.
-T: ¿Cuál dirías que es tu tema de investigación?
-C.P.: El feminismo queer, la literatura argentina, brasileña desde la perspectiva de la política del deseo. Ahora sigo escribiendo sobre mi experiencia en Ni una menos. Pasé de escribir sobre un objeto a vivir ese objeto. No estoy escribiendo ensayos puramente académicos sino que estoy tratando de encontrar formas para escribir sobre el Ni una menos buscando lenguajes políticos y poéticos.