Se autofinancian y ofrecen tiradas de pocos ejemplares. Revalorizan el papel, y en sus publicaciones la estética y los materiales son claves.
Por Josefina Hagelstrom
“Armar una editorial indie en Buenos Aires es hermoso. Y muy fácil”, escribía Julieta Mortati (31), de Tenemos Las Máquinas en un medio online, relatando su experiencia como responsable de una editorial independiente. Es que mientras las librerías dan cuenta de cómo las grandes editoras apuestan más por libros de no ficción, con autores que van desde famosos hasta políticos, la literatura se corre a otros espacios, como las nuevas editoriales donde los editores sub 35 buscan dar voz a nuevos autores y apuestan al papel.
En el caso de Mortati, que su familia fuera dueña de una imprenta facilitó el proceso, y en tres años su editoral ya publicó más de diez libros, que ahora también se encuentran en la Feria del Libro. En su caso, como en la mayoría, el primer contacto con sus futuros autores publicados llegó a partir de un taller de escritura.
En la FIL, Denis Fernández (30), editor de Marciana, también está presente con sus publicaciones. En un año Marciana editó cuatro libros, con Fernández como editor y corrector, y dos diseñadores que se ocupan de las tapas y solapas, donde la estética es tan importante como el contenido. “Nos interesa ofrecer un libro objeto, por eso publicamos pocos títulos en un año: cada uno nos lleva entre tres y cuatro meses. Marciana nació como un proyecto que responde a una estética particular”, cuenta.
Artesanales. En este tipo de editoriales, donde el presupuesto casi siempre es bajo y las ventas de las tiradas –que van de 100 a 500 ejemplares– financian las nuevas publicaciones, los precios de los libros buscan ser accesibles, para que los libros circulen. Y si bien apostar a los e-books en muchos casos podría ser más económico, ya que ahorraría los gastos de impresión y distribución, por ejemplo, casi todas apuestan al papel, “donde todavía están los lectores”, explican desde Rosa Iceberg, la editorial de Marina Yuszczuk (38), Tamara Tenenbaum (28) y Emilia Erbetta (32), que apuesta a publicar libros de autoras jóvenes. En su caso sus dos primeros libros los hizo a través de una plataforma de financiamiento colectivo, donde quienes colaboraban accedían a una preventa (en su caso, sí, papel o e-book).
“Una de las cosas que conversamos cuando nos conocimos fue que tanto en internet como en los talleres literarios había un montón de chicas escribiendo, pero que eso después no se reflejaba en la cantidad de mujeres publicadas, especialmente las jóvenes autoras, por eso buscamos apostar a ellas”, cuenta Tenenbaum acerca de la premisa que hizo surgir la editorial.
Tanto en Marciana como en Socios Fundadores –la editorial de Martina Juncadella (24), Jacqueline Golbert (27) y Pablo Petkovsek (44) que se dedica a editar poesía y narrativa, sobre todo de primeros libros–, la “materialidad” que le imprimen al libro objeto también es un rasgo distintivo. “Trabajamos con papeles especiales y con artistas para crear las tapas. Nos interesa un formato específico del libro como objeto, como obra en su totalidad”, dice Juncadella. El próximo mes estarán editando dos nuevos libros, que se suman a los cuatro ya publicados.
Desde Ediciones El Fuerte, la editorial creada por Juan Casal (34) y Sofía Noceti (32), que se dedica a editar fanzines, el trabajo casi siempre empieza y termina de forma analógica, desde las ilustraciones que acompañan las historias –ya sean cómics o poesías–, hasta que se imprimen como si fueran fotocopias. “Nos gusta experimentar con distintas técnicas, buscar la encuadernación, imprimirlo; todo el proceso para llegar al final es mucho más interesante que si fuera sólo subirlo a internet y verlo online”, explica Casal. “Así es más duradero, y hacemos tiradas chicas y numeradas, o con tapas personalizadas, así, cuando te llevás uno sabés que son sólo cincuenta”, agrega Noceti.