En la soledad del duelo por su madre y de un padre que vive a la distancia —concreta y simbólica—, la narradora de Las cosas menores toma nota de las huellas que el mundo va dejando en ella. «Ayer dormí tantas horas que soñé con mi madre. El alivio de tener una madre es inconmensurable», escribe. «¿La próxima fase de la humanidad será la de las pequeñas comunidades afectivas? Ojalá», se pregunta. Las frases son átomos que contienen destellos de experiencias, la vida es acá un encadenamiento de textos, un palimpsesto del día a día. Como un hilo que intenta enhebrar la experiencia con la lectura, recurre a sus poetas y artistas amados para leer el mundo en ellos.
La literatura siempre se hace con la vida, dice Roland Barthes y esa parece ser la premisa que organiza este libro de Giuliana Migale Rocco, un texto en el que la vida y la literatura se unen en un tejido brillante y conmovedor. «Un poco de escritura nos separa del mundo; mucha, nos devuelve a él», también dice Barthes. Y esa escritura que nos devuelve al mundo la podemos encontrar en este libro hecho de notas, reflexiones, versos, voces y afectos; un libro inteligente y emotivo, que busca hacer del lenguaje, como dice Mario Montalbetti, «el lugar en el que las cosas pueden ser otras cosas», que busca que la línea que empieza en el papel, pueda salir de él para empezar a hacer cosas en el mundo.
Cynthia Edul
El manuscrito recibió el Premio Estímulo a la Escritura Todos los tiempos el tiempo, organizado por la Fundación Bunge y Born, la Fundación Proa y el diario La Nación por un jurado conformado por Romina Paula, Alan Pauls y Paula Pérez Alonso.
«Hemos premiado el proyecto de Giuliana Migale Rocco porque es una propuesta audaz, contemporánea. Tiene la gracia de eludir la conversación de la novela establecida en el siglo XIX con la premisa principio, desarrollo y final. Es un texto descentrado, digresivo y compacto, con una gran tensión narrativa, y que sostiene su drama en el lenguaje, el ritmo».
Dijeron de este libro:
Clara Muschietti: «¿Qué genial sentido cobra la vida cuando un libro se queda en tu cabeza y en tu corazón. Qué genial cuando lo dejás un rato porque te das cuenta de que quedan pocas páginas, qué genial leer y sentir admiración, y qué genial cuando volvés a agarrar el libro porque lo extrañás. Y qué genial, pero qué genial cuando encontrás en él una respuesta a una pregunta que ni sabías que estabas haciendo».
Agustina Muñoz: «¿Qué clase de refugio, de poder, de salvataje implica la literatura? Giuliana, que preserva la intimidad, la cuenta en este libro como si lo privado fuera una especie de lenguaje sagrado en el que hay que iniciarse. Requiere de un tiempo, de una cercanía, también de un velo. Giuliana llama a eso las cosas menores».
FRAGMENTO
Es miércoles, aunque ayer creí que hoy sería viernes. Desde el jueves pasado no leía; hoy, que es miércoles, leí una parábola en un libro de poemas. Una parábola que pedía socorro en una botella; el mensaje de socorro decía: “¡Socorro!, estoy aquí. El océano me arrojó a una isla desierta. Estoy en la orilla y espero ayuda. ¡Dense prisa, estoy aquí!”. Tres pescadores recibían el mensaje. El primero decía: “No tiene fecha. Seguramente ya es demasiado tarde”. El segundo: “Y el lugar no está indicado. Ni siquiera se sabe en qué océano”. Y el tercero: “Ni demasiado tarde ni demasiado lejos. La isla Aquí está en todos lados”.
Prefiero pasillo, que la gente salte por encima de mis piernas para sentarse en el asiento de la ventana y no tener que, por el contrario, saltar por encima de las piernas de alguien más.
La lista de música que elegí para viajar hoy es compleja, inaccesible. La dejo con la esperanza de que la próxima canción me cambie la vida.
Mis personas preferidas son atentas y constantes.
Hace años que viajo en el 39 desde Palermo hasta San Telmo, y desde San Telmo de vuelta a Palermo, pero recién hoy logro llegar a esta conclusión: el 39 es un buen colectivo para ir desde Palermo a San Telmo, pero es un mal colectivo para volver desde San Telmo a Palermo.
Tengo una sensación de tiempo expandido.
Hoy mi prima y mi tía me dijeron que estaba linda, debe ser porque me quieren. No sé cómo se responde a un halago.
Lo malo de preferir pasillo es que cuando el cielo está fucsia, tan fucsia que pensás que quizás es una ilusión, no podés sacar una foto sin que aparezca la nariz de la chica rubia que está en el asiento de la ventana al lado tuyo.
ISBN: 978-987-3633-39-3
Número de páginas: 138
Año de publicación: 2024