El gato Rorro (de origen extraterrestre) escribe sobre un personaje al que llama «Madrina», una diosa de shopping center, degustadora de chongos internacional, militante queer y fiestera a base de drogas sintéticas a la que sin escrúpulos cacha llamándola «burócrata del Conicet» y escracha como doblemente chorra, adjudicándose a sí mismo la autoría del libro Desbunde y felicidad: atribuido a la crítica top Cecilia Palmeiro. ¿El proyecto de Rorro?: la toma de la Tierra para inventar La Manada Futura.
La trama del relato es alocada, llena de orgías de diseño, viajes semilegales encubiertos por el plomo de las becas de estudio, resacas a repetición como las pijas que se pasa la Madrina. Pero también es una crítica radical al modo de vida humano, una investigación gatuna y feminista.
Ahora, ¿puede llamarse «biografía» a la de alguien cuya vida, debido a una sutil tecnología extraterrestre —en apariencia nada del otro mundo ya que se trata del clásico toqueteo con las almohadillas de las patas—, es totalmente manipulada por un gato? Porque, gato al fin, Rorro optó por instalarse en un cerebro cálido como una cucha (el de la Madrina), reverberante como una rata que corre, dedicado al placer y a la empatía para allí desarrollar su plan de socialización de la propiedad privada, los medios de producción y el culo en «igualdad de tareas, horas y honorarios de mujeres, hombres, animales, máquinas y extraterrestres» que ni el utopista Charles Fourier.
María Moreno
Mariano López Seoane: «Cat power es una novela de ciencia ficción. Y lo es no sólo porque el gato cósmico que nos cuenta la historia viene de otro planeta, sino, y antes que nada, porque la utopía que plantea supone la extinción de la humanidad, su superación definitiva o, en el mejor de los casos, su subordinación táctica y estratégica a una especie superior […] Cat power nos deja intuir las semillas de un mundo librado de la catástrofe que llamamos humanidad.»
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Adopté a la Madrina al poco tiempo de nacer.
Mi primer contacto humano fue con una mujer muy anciana que me dio de comer. Por su vejez, no me serviría para mi propósito. El segundo fue un hombre de mediana edad que tuvo una reacción muy hostil al verme y me dio la idea de que mi misión en este mundo podría no ser todo lo fácil que me habían prometido. Hacía mucho frío y el agua caía locamente del cielo. Traté de resguardarme bajo techo, pero cerca estaba el hombre que comenzó a amenazarme con un palo. Pasó una chica, hubo onda, pero tampoco era mi ideal (por su olor pude percibir que era de otro). Era de nuestras filas y entendió que necesitaba ayuda; se fue y volvió con refuerzos corriendo bajo el agua.
Fue verla y reconocerla. Ella era perfecta, una chica joven, hambrienta y lo suficientemente descerebrada para transformarse en mi esclava, mi facilitadora, mi herramienta, mi todo: mi Madrina. La cosa ardía: al tipo se le había sumado un animal gigante y babiento que aullaba y me esperaba para comerme del otro lado de las rejas donde el hombre quería arrojarme a palazos. De un lado el tipo, del otro el monstruo, y yo tratando de defenderme de ambos con minúsculos uñas y dientes. Era mi primer combate. Pero ella inmediatamente acató su destino; desde su perspectiva, todo fue un acto de soberanía. Se metió en el medio, le colocó una patada en la entrepierna y le gritó:
—¡Metete con los de tu tamaño, cagón!
Leia um trecho de Cat Power traduzido por Helder Thiago Maia para Revista Periódicus.
ISBN: 978-987-3633-15-7
Número de páginas: 222
Año de publicación: 2017